domingo, 2 de junio de 2019

Biométricamente

La primera vez que fui a USA, a New Jersey, estaba algo palteado, con el temor de no entender las órdenes de los agentes policiales y funcionarios del aeropuerto de Newark, así que me puse en modo de alerta máxima para captar todas las instrucciones e incluso adelantarme proactivamente a algunas que eran muy evidentes…
Tenía a la mano mi pasaporte y mi visa y puse cara de persona normal (se me hace un poco difícil…), reprimí mi manía de hacer bromas estúpidas relacionadas a temas delicados (recomendación repetida hasta el cansancio por mi flaca…), respiraba profundo… Avanzaba eficientemente por todos los procedimientos de migraciones, sin mirar a los ojos de nadie…sólo me dediqué a obedecer y obedecer… faltaba poco ya para la autentificación biométrica en donde un aparato iba a reconocer el iris de mi ojo con una iluminación infrarroja que reduce el reflejo en la córnea para poder visualizar óptimamente las estructuras complejas del iris… así que antes de llegar al aparato reconocedor ese, comencé a parpadear rapidito y a tratar de generar algo de lágrimas para lubricar y limpiar mi retina para facilitar el procedimiento del reconocimiento del iris… Ya en la ventanilla entrego mis documentos – y a lo lejos me observaba algo nerviosa mi flaca -, y proactivamente, adivinando la orden del procedimiento de reconocimiento biométrico, me acerco al aparato y poso mi ojo derecho (al que previamente le había rizado las pestañas) en una especie de cámara fotográfica, y me detengo en esa posición por algunos segundos…. Supuse que ya había dado el tiempo necesario y suficiente para que mi iris sea reconocido, así que me enderecé con gran aplomo y miré al funcionario norteamericano de la ventanilla para que me diera el OK, pero noté que su cara de poto se había transformado esbozando una sonrisa mal disimulada… en ese mismo instante sentí un grito telepático de mi adorada esposa que estaba horrorizada… hasta que en ese instante me di cuenta rapidito que en ese aeropuerto no existía reconocimiento biométrico, y que ese dispositivo al que me había acercado, era solamente una simple cámara fotográfica digital.
Bueno, me decepcionaron las medidas de seguridad de ese aeropuerto. Obviamente que el funcionario norteamericano, muy avergonzado, sólo atinó a pedirme que no me moviera mucho para tomarme la simple foto…

El Poeta de la Mina

Con mi vieja y mi hermano, llegamos a Ticapampa, en Ancash, donde se asentaba la empresa Cía. Minera Alianza, en la que mi viejo trabajaba, cuando yo tenía 14 años…No recuerdo cuál fue el motivo por el que mi vieja decidió caerle de sorpresa a mi viejo, pero me imagino que quería sacarse alguna espina.
Eran más o menos las siete de la noche, y el ómnibus se detiene y al bajar, preguntamos a unos patitas con pinta de mecánicos, por el ingeniero Raúl Espinoza, superintendente de mantenimiento de la mina…nos miran de pies a cabeza y nos dicen: “Ah, el ingeniero Chocano, sí, sí…en estos momentos está en el casino, lo vamos a llamar….”.
Me pareció excelente esa chapa de “Santos Chocano”….recordé esos versos: “La sangre es española e incaico es el latido;/ ¡Y de no ser poeta, quizás yo hubiese sido /un blanco aventurero o un indio emperador!”… Esa chapa significaba que mi viejo utilizaba sus horas libres en la noche para crear poesía …qué bacán!... Osea, ya podía enseñarle algunos versos sin que se ría, pues él también los hacía.
Nos llevaron a una casona afrancesada muy antigua en donde había varias habitaciones y nos asignaron una de ellas. En la madrugada llega mi viejo, y tuvo una larga charla con mi vieja, en silencio, tanto así que a sólo unos metros parecía que se estaban comunicando con poéticas señas de sordomudos. Yo me hacía el dormido, pero afinaba mis oídos para escuchar algún poema chocanudo o algo así, pero nada!
Ya en la mañana, desayunando en el comedor de la casona, contamos las peripecias del viaje… y le comento a mi progenitor la chapa maravillosa que le habían puesto en su empresa… Pero vi en su rostro una mueca de extrañeza, y me empezó a comentar que el camino a la mina Hércules era sumamente peligroso y que sólo cabía un auto en la carretera, y cuando venía otro en sentido contrario, alguien tenía que ceder el paso, y lo que él siempre hacía cuando estaba en esa circunstancia era pegarse al cerro, así lo colisione…y su auto ya tenía como trece choques, y que por eso le habían puesto la chapa de “Chocano”…Ante eso, escondí mis versos, avergonzado.

Urinario Ecológico


Hace unos años, después de almorzar en el food court de Tottus de Las Begonias en San Isidro, y antes de regresar a la oficina, me entran unas ganas tremendas de miccionar, quería aguantar pero tuve que dirigirme casi corriendo a los SSHH del centro comercial… Me acerco al urinario derecho y empiezo a liberar el líquido elemento …. Al finalizar, y por acto reflejo, busco el fluxómetro para que fluya el agua, pero no lo encontraba… sigo indagando con mi mano libre alrededor del urinario, atrás de él, abajo, y nada! … me moví a lo Elvis Presley a fin de accionar algún escondido sensor de movimiento para que el agua salga a presión, pero ¡nada! … finalmente me di cuenta que el urinario no tenía fluxómetro, no utilizaba agua, era ecológico!!!!... emocionado con tal adminículo que ahorraba agua, y para plantearlo en mi empresa, decido tomarle fotos con mi celular con mi mano libre… pero el pata que estaba miccionando en el urinario de al lado, se tapa, y me mira algo raro, pero yo seguía tomando más fotos con flash… Nunca supe lo que pensó ese pata, ni tampoco lo quiero saber...