Cuando laboraba en Moyobamba,
en el Proyecto Especial Alto Mayo, en la Sub Gerencia de Infraestructura
Social, esperaba con ansias el fin de mes en que venía a Lima para estar
valiosas horas con mi enamorada a la que inundaba de besos (con los respectivos
devengados de los días del mes en que no estaba con Ella)…Los vuelos (en avión)
con las benditas turbulencias me aterrorizaban tanto que preferiría no volar,
pero el amor opacaba ese temor, así que la tortura que en ese tiempo para mí
significaba la idea de morir sin haber cumplido mis sueños, se eclipsaba con la
compensación de los besos a mi (y de mi) amada.
Ese día y medio cada mes en
Lima para mí era la gloria…paraba con mi flaca, y también con mi vieja, que
tampoco quería separarse de mí, casi obstaculizando la intimidad que mi flaca y
yo merecíamos después de un mes de no vernos.
En ese entonces no existían
los celulares, y la comunicación telefónica era complicada, y las llamadas a
larga distancia las tenía que hacer a través de las cabinas de Entel (La
empresa estatal de telecomunicaciones ….no la empresa Chilena actual - con el
mismo nombre- que reemplazó a Nextel…). Todos los fines de semana llamaba
largos minutos a mi amada desde Moyobamba, para contarle las experiencias de la
semana (todas muy sanas por cierto), y para hacerla reir, pues sabía lo triste
que estaba sin mí, así como yo lo estaba sin Ella…. No obstante, esos minutos
con mi flaca eran interrumpidos por mi vieja que también quería hablar conmigo:
-
Hijito, cómo estás? Ten cuidado con los narcos
y los subversivos…Ah! Cuídate de las charapas…Abrígate en las noches (con tanto
calor no podía cumplir ese recado…)…No tomes… Te extraño mucho…No te amanezcas
estudiando…descansa…vienes este fin de mes, no?...Cuando vengas te preparo tu
cebiche, tu arroz con pollo y tu lomo saltado…(Etcétera, etcétera)
-
…Ta que, ya mamá….déjame hablar con Miriam pe…
Y así, todas las semanas … Mi
vieja me quitaba valiosos minutos de conversación con mi amada…. Y sutilmente
yo la cortaba para que me deje hablar con Miriam…para evitar echar más monedas
en la ranura del aparato…
Hasta que en una llamada
telefónica en la cabina, mientras afuera había una tormenta, y la lluvia caía
haciendo más bulla que de costumbre, me contesta mi vieja, y la noté entusiasta
y triste a la vez, y me empezó a poner al día de todas las ocurrencias de la
semana en Lima…. En ese momento pensé en que Ella en algún momento ya no
estaría en este mundo y me imaginé lo que pagaría para poder hablar aunque sea
un minuto con Ella…en ese momento, eché todas las monedas que tenía y con un
interés real e intenso, empecé a gozar cada palabra que me decía, a saborear
cada frase, cada silencio…Y así, cada semana, mi perspectiva ya cambiada, hizo
que gozara mucho más la conversación telefónica con mi vieja…también.
Entendí que la palabra “o” sí
se puede reemplazar por la palabra “y”, y comencé a conversar las semanas
siguientes con mi flaca y con mi vieja, pensando en que no podía desperdiciar
esa bendición de tener viva a mi vieja.
Al pasar los años, veo que fue
una decisión muy acertada.
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